• 07/04/2020

"Todos nos llamamos Alí / La confusión asusta"

Ernst Prost sobre "suposiciones, medias verdades, opiniones y falta de coordinación" y por qué son tan contraproducentes en estos tiempos

Queridos compañeros y compañeras:

"Todos nos llamamos Alí" es el título de una película de Rainer Werner Fassbinder del año 1974. No hay por qué haberla visto, pero la frase escogida a propósito con una falta gramatical se me ha quedado grabada. (N. del T. en su título original alemán viene a decir "El miedo comer el alma"). Todos tenemos miedo. Miedo a la pérdida, miedo a las relaciones, miedo al fracaso, miedo a la muerte. La lista de los miedos no tiene fin. Los galos en Astérix y Obélix tenían miedo de que el cielo se les cayera sobre sus cabezas. Sí, ahora nos reímos. Pero a partir de un cierto momento, ¿los miedos no llegan a ser irracionales, surreales y temibles? Despertarse empapado en sudor, horrorizado por la pesadilla y atormentado por miedos primitivos. Les aseguro que mí me pasa con frecuencia. Y a veces necesito un par de horas hasta que logro ahuyentar los tenebrosos y funestos miedos fantasmagóricos. Asustados hasta la médula, es decir, en lo más profundo. ¿Qué le vamos a hacer? El miedo es entonces normal, como otras tantas cosas que no nos gustan de la vida. 

¿Sabe usted qué es lo que me da más miedo en estos momentos? Es esa cacofonía, esa confusión, que llega ahora a oídos de desconcertados ciudadanos, proveniente de las centrales del poder y administraciones estatales y regionales, los centros de excelencia, los baluartes del conocimiento, los foros de reflexión y las tertulias. Mientras que un experto / político advierte de que no podemos caer en la complacencia, el prisma del Ministro de Sanidad le anima a tener motivos para ver la luz al final del túnel. Uno dice "así" y al mismo tiempo el otro dice "asá". Se está constantemente temiendo, preocupando, avisando, estimulando, exigiendo, desaprobando, reclamando, y, cómo no, discutiendo muy seriamente y naturalmente todos sentados en una mesa de expertos y políticos. Está claro que diferentes cosas no son admisibles en ningún caso, mientras que otras se llevan a cabo, se evitan o se debaten con todo ímpetu.

Mascarillas, ¿sí o no? O a lo mejor... "No se perderá ningún puesto de trabajo". (Ministro de Economía, Sr. Altmaier). Y en un abrir y cerrar de ojos: "Tenemos que prepararnos para recortes de gran calado, gravedad y duración". (Ministro de Economía, Sr. Altmaier). "Pronto habrá acabado todo". "Está claro que antes de Semana Santa o Corpus Christi no habrá nada de desescalamiento paulatino". El miedo llega cuando no se sabe nada. Por ejemplo, en la oscuridad (o cuando no se ve o cuando gobiernan los que no ven). Directamente escalofriante es escuchar a los otros (p. ej. las autoridades), que no tienen ni idea, pero hacen como si supieran algo. Se suelen contar algunas "estupideces", cuando se quieren ganar las elecciones. A fin de cuentas, hay que decir algo a los ciudadanos y al pueblo, a los asustados y preocupados. Pero debería estar coordinado y medianamente basado en hechos. Pero ahí tienen a un representante del pueblo que mira a la cámara con la frente arrugada por las preocupaciones y nos avisa que esta crisis no va a ser un esprint, sino más bien un maratón. Mientras que el compañero del otro ministerio o de otro partido político ya ve cómo se va aplanando la curva según los datos del Instituto Robert Koch, que resultan ser de ayer.

ESO da miedo y plantea la cuestión de quién será el que realmente sabe lo que está pasando y qué debemos hacer. Y otra cuestión es por qué hay tantos dignatarios, especialistas, políticos y expertos que pretenden saber algo y opinan que hay que hacer algo urgente e inevitablemente, y además quieren comunicárnoslo a toda costa. Todo se torna bastante raro cuando, además, se nos explica e impone a los ciudadanos qué hacer o dejar de hacer, sobre la base de suposiciones, medias verdades, opiniones y falta de coordinación. Da igual si es lógico o sensato. Bueno, si mi tienda de bricolaje aquí en Baviera está cerrada, pues entonces me voy a Baden-Wurtemberg. No, nadie quiere crear confusión, pero eso es precisamente lo que está ocurriendo, mejor dicho, se está haciendo ahora. No digo que se mienta descaradamente, algunas declaraciones nacen de la pura desesperación (o esperanza) y más de una frase revela una relación ciertamente enfermiza con los hechos y la verdad. La confianza se genera de otra manera. Ahora bien, si lo que quieren es meter miedo...

¡NOSOTROS nos mantenemos esperanzados, optimistas, libres de temores y constructivos!

Su

Ernst Prost

Gerente