• 21/09/2020

¿Jornada reducida porque no hay nada o no hay nada por la jornada reducida?

El director gerente de LIQUI MOLY, Ernst Prost, sobre cómo gestiona la economía la crisis del coronavirus

Queridos compañeros y compañeras:

Naturalmente que el coronavirus nos ha dado duro. Como un rayo, como un proyectil, como una bomba. ¿Qué se puede hacer ante algo así? Yo llamo a resistir, plantar cara, luchar, defenderse con todas las fuerzas contra estos golpes. ¿Qué veo, no en todos sitios, pero sí con mucha frecuencia? Justo lo contrario. Se acepta, a veces de manera fatalista, lo que llega, se acoge a los programas de ayuda estatal y, para acabar, se toman las vacaciones anuales depués de pasar por la jornada reducida.

¿No hay nada por culpa del coronavirus? ¿O no hay nada por culpa de la jornada reducida? De cajón: Si todos bajan el ritmo y se van de vacaciones, al final no va a quedar nada. Pero no solo el virus tiene la culpa de esto. Muchos instaladores me comentan que no reciben sus mercanías, porque las fábricas siguen cerradas o trabajan con jornada reducida, y al final no pueden terminar sus trabajos. Las editoriales se me quejan de que no reciben encargos publicitarios, pero cuando uno llama, nadie responde. Nuestros proveedores no nos suministran, porque no hay de nada de nada, por eso nos faltan materias primas y materiales para el embalaje. Aquí hay algo que no está bien. Está claro que cuando es más barato implantar la jornada reducida, y con ello reducir los gastos salariales para conseguir así mantener unos beneficios aceptables, ojo, no hablamos de trabajar sino meramente de existir, entonces se tiene que recurrir forzosamente a la letanía del coronavirus para disfrazar así la propia pasividad.

¿Cuántos años y décadas nos ha ido bien económicamente? ¿Creciendo ininterrumpidamente, también los sueldos, y con unas ganancias que eran prácticamente automáticas? «No hay nada más difícil de soportar que una buena racha», se suele decir. Y más difícil todavía es pasar de los éxitos, la prosperidad y la comodidad, a lo que nos habituamos muy rápido, a tener que luchar y currar duro y ser modestos. En muchas empresas y equipos, esta bomba lo ha arrasado todo por completo. Allí están luchando a vida o muerte. En otros ramos y empresas se ha abrazado la jornada reducida y el teletrabajo como una especie de vacaciones adicionales o año sabático, dependiendo de lo generoso que haya sido el estado con su sistema de garantías sociales, solo posible gracias nuestras contribuciones, cuando ya tenían el agua al cuello. ¿Cuándo me podré ir de nuevo de vacaciones y cuándo comienza de nuevo la Bundesliga? Esas son las preocupaciones de unos, mientras que otros tienen que recurrir al administrador concursal. Las bombas están cayendo ahora de manera generalizada y están afectando también a aquellos que se cre´´ian a salvo en su isla presuntamente segura y cómoda y que seguían tan tranquilos como si no fuera con ellos. Al principio eran las peluquerías, las cafeterías y los hoteles, pero ahora también afecta a fabricantes de automóviles, que se creían invulnerables, y también, por desgracia, a sus proveedores. Después de la jornada reducida, llegan los despidos. Los bancos se dedican a mirar y recortan créditos. También al albañil, que probablemente perderá su trabajo.

Es que la economía no vive en una burbuja. No. La economía somos nosotros, los 83 millones de alemanes. Y dependemos los unos de los otros.

Made in Germany. Una marca, una condecoración incluso para calidad e innovación extraordinarias. Pero para mí siempre ha sido sinónimo de fiabilidad, puntualidad, ambición, sentido de la responsabilidad y capacidad de rendir más y trabajar más cuando las circunstancias lo exigen. Y es que las crisis no se combaten con jornadas reducidas, sino con más trabajo. Si no se quiere sucumbir, hay que echar mano de las virtudes. Esas virtudes las tenemos. Tan solo hay que activarlas. Entonces podremos superar también esta crisis, la siguiente y la siguiente, porque todas llegarán, tan seguro como la noche sigue al día.

De todo corazón

Su

Ernst Prost