- 21/04/2020
- Corona-Krise
"1 millón de millones = 1 billón"
Queridos copartícipes, queridas compañeras, queridos compañeros:
A mí me gusta recurrir al vocabulario belicoso de guerras y batallas heroicas. La mayoría de las veces, después de una cuarta de vino o cuando he leído a Clausewitz... A lo que no recurro es a la retórica bélica, independientemente de lo drástica que quiera pintar la situación o las tareas que nos esperan. La guerra es algo muy distinto a una crisis. Y ya he descrito cuál es la diferencia entre guerra y batalla. La guerra mata personas, las batallas salvan vidas.
Además, veo una diferencia fundamental entre la guerra y esta crisis: En la guerra se destruye todo. Máquinas, fábricas, instalaciones, casas, arrasa todo. Todos los valores, todas las propiedades. En estos momentos no estamos presenciando semejante destrucción de propiedad privada, propiedad corporativa o infraestructuras estatales, aunque más de una esté saliendo mal parada. Pero no tenemos que reconstruir nada como al final de la Segunda Guerra Mundial. Lo único que tenemos que hacer es volverlo a poner en marcha. No es tarea fácil, pero tiene solución. Me importa subrayar la diferencia, porque últimamente se habla mucho de una economía en ruinas. Quizá sea más apropiado hablar de una hibernación involuntaria, comatosa...
Lo bueno que tenemos nosotros los alemanes es nuestra dedicación, ambición y nuestro auténtico furor al trabajar. Esto supone ya el 90% de lo que necesitamos para volver a ponernos en marcha... Y encima mil millones multiplicados por mil, dicho de otra manera, un millón de millones... eso es un billón de euros. También pueden ser dos billones. ¿Y qué? En estos momentos, el dinero no cuesta nada. Lo que cuesta el dinero, lo que se llama intereses, el Estado no los tiene que pagar en estos momentos. Hemos vuelto a tener suerte... Durante la época de tipos de interés altos, Alemania tenía que pagar anualmente entre 20 000 y 40 000 millones de euros en intereses por su deuda soberana. Gracias a que no estamos en rojo y a que disfrutamos de una época sin intereses, podemos ahorrar todos esos miles de millones de euros que se destinaban a los intereses en los presupuestos federales. Eso está muy bien para empezar.
¿Y qué es lo que ocurre ahora con los costes en los presupuestos, si añadimos dos billones de euros más a los dos billones de nuestra deuda? Pues eso: ¡nada! Mientras que el estado no tenga que apoquinar por los intereses, no tendrá gastos adicionales, con lo que no habrá recortes en otros apartados, mucho mejor. Sería una catástrofe que por culpa de esta crisis tuviéramos que endeudarnos y por culpa de dichas deudas tuviéramos que llevar a cabo unos durísimos recortes, ya se sabe dónde. Pero no es el caso. Se puede vivir tranquilo cuando no hay que pagar intereses por las deudas. Sobre todo, cuando la deuda es con los ciudadanos de su propio país. El término es "préstamos públicos".
No soy el Ministro de Economía, sino un simple director gerente en este país, pero yo lo haría así. Me colocaría la bazuca al hombro y gritaría, como lo hizo en su día Mario Draghi, "cueste lo que cueste" y me endeudaría todo lo necesario para impulsar la economía de nuevo. Ahorrar dinero ahora tendría tanto sentido como parar el reloj para ganar tiempo.
Ya "de paso" se podrían poner en marcha esos programas de inversión tan urgentemente necesarios para modernizar una parte de las infraestructuras alemanas. Escuelas, puentes, digitalización, transición energética y la salud pública. Como ven, queda mucho por hacer. Hay muchísimo trabajo y si ahora se pone lubricante al motor, esto es, dinero contante y sonante, después de la crisis nos irá mejor que antes. Si se hace bien, esto será la receta no solamente para Alemania sino para toda Europa. Para ello no se puede estar atado a ideologías, nacionalismos o incluso fundamentalismos. Si el BCE emite eurobonos, nuestros vecinos recibirán dinero a bajos tipos de interés; y de eso se trata precisamente: ¡de los intereses!
Su
Ernst Prost
